LOMLOE: de la norma al aula

En un encuentro casual en el aeropuerto, mi buen amigo José Moya tuvo la gentileza invitarme al curso que, dirigido por él, tuvo lugar este semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Por mi parte, recogí el guante y el pasado lunes, Día de Galicia, me planté en Santander, en el Palacio de la Magdalena, para proceder a una «inmersión educativa» en toda regla que, como le dije a Pepe, bien echaba de menos en los últimos tiempos. Un curso, por cierto, cuyo título no podía ser más sugerente y necesario para el momento educativo presente: «LOMLOE. De la norma al aula: Un marco de referencia para un nuevo currículo competencial».

Un título del curso que es mimético del libro que coordinado por José Moya y Florencio Luengo acaba de publicar la editorial Anaya. Un primer volumen a la espera de que sea publicado el segundo, presumiblemente en los primeros meses del próximo curso 2022-23.

Como político y ponente que he sido de la LOMLOE, sé bien que ninguna reforma educativa cumple su función si no logra formar parte activa de la vida en las aulas. El curso realizado creo que ha cumplido sobradamente el objetivo de sus organizadores en tratar de afrontar ese reto, habiendo realizado una cuidadosa selección de ponentes ampliamente curtidos en las tareas educativas y que, en conjunto, han permitido a través de la suma de sus ponencias ofrecer una visión poliédrica y global de las implicaciones que la puesta en marcha de la LOMLOE representa para nuestro sistema educativo.

El libro o, mejor dicho, los libros a los que he hecho referencia persiguen el mismo objetivo y creo que constituirán una práctica herramienta para los docentes a los que toca, parafraseando el propio título, elevar la LOMLOE de la norma al aula. Libros que se pueden descargar libremente de la web de la editorial, aunque también me he permitido dejar aquí el enlace para acceder al primer tomo disponible, basta con pulsar en la imagen de la portada que acompaña estas líneas. Y, por supuesto, recomiendo vivamente su lectura.

Por cierto, ante el permanente mantra de que en este país estamos cambiando cada poco de leyes educativas y consiguiendo que las sucesivas reformas no consigan más que transformar la educación en un perpetuo caos, me permito utilizar el argumento que Moya y Luengo exponen en la introducción del libro y con el que n o puedo más que expresar mi total acuerdo:

Al igual que todos los procesos de reforma, que hemos conocido desde la aprobación de la Constitución de 1978, este nuevo proceso consiste en reordenar los elementos del sistema para que puedan atender a los cambios acaecidos en la sociedad y, singularmente, a las nuevas demandas que estos cambios plantean.

Con frecuencia, estos procesos de reforma nos dejan la imagen de un movimiento pendular que va de un extremo a otro, pero sin que nada permanezca constante en ninguno de ellos. Sin embargo, esta visión de lo ocurrido en las tres últimas décadas, por muy familiar que nos resulte, no es verdadera. Todas las reformas se han producido sobre los sistemas educativos heredados, sin que, en ningún caso, se haya constituido un sistema educativo de nueva planta; es decir, destruyendo todo lo anterior.

De aquí que, para alcanzar un mayor grado de exactitud en nuestras apreciaciones, deberíamos cambiar la imagen del péndulo por otra que resulta igualmente familiar: la imagen de un edificio que se ha ido construyendo progresivamente a lo largo del tiempo, pero utilizando siempre los «estilos» y elementos de construcción propios de cada época, sin por ello perder el sentido de unidad.

Esta imagen nos resulta familiar porque en nuestro país es fácil encontrar edificios históricos en lo que la mezcla de estilos arquitectónicos y de materiales de construcción da como resultado una catedral o un edificio público reconocible, tanto en su estructura como en su función.

Si retenemos por tanto en nuestra cabeza la imagen anterior podremos entender mejor una de las ideas esenciales expuesta en el Preámbulo de la LOMLOE: «la Ley parte de los avances que el sistema educativo ha realizado en las últimas décadas, incorporando todos aquellos aspectos estructurales y de ordenación que han demostrado su pertinencia y su eficacia y proponiendo cambios en aquellos otros que requieren revisión».

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