La cruzada de James Ho: el aborto como «daño estético»

Aquí les presento el caso del ciudadano James Ho y su cruzada contra el aborto, aunque quizás le viniera mejor cambiar un poco su nombre y dejarlo como James Ooooh! 

Sepan que el tal James Ho, respetaré el nombre que le han puesto sus padres, es un abogado y jurista que ejerce actualmente como juez de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito de EE.UU. Y para que lo que viene a continuación no se les indigeste demasiado, les diré que sí, que fue nombrado para ese cargo por Donald Trump. Ya se sabe, Dios los da y…

PontevedraViva, 29/03/2024

La situación es la siguiente. Un tribunal formado por tres jueces, Ho entre ellos, falló a favor de mayores restricciones para el acceso a la mifepristona, un medicamento para la interrupción del embarazo. No se atrevieron a ratificar la total prohibición que previamente había decretado otro juez (sí, también nombrado por Donald Trump), pero sí a dificultar el acceso a dicho compuesto.

Pero, lo indigno del caso, fueron las argumentaciones aportadas por el tal James Ho. La mayor de sus lindezas fue la de afirmar que las mujeres que ejercen su derecho al aborto causan «daños estéticos» que, en su cosmovisión, una sociedad no puede tolerar.

Así, dice en sus conclusiones que «los bebés no nacidos son una fuente de profunda alegría para quienes los ven. Los futuros padres comparten con entusiasmo fotografías de ecografías con sus seres queridos. Amigos y familiares se alegran al ver un feto. Los médicos disfrutan trabajando con sus pacientes no nacidas y sufren un daño estético cuando son abortadas».

Pero esperen, que la cosa no acaba ahí, para justificar ese intolerable «daño estético» utiliza una amplia argumentación basada en la legislación medioambiental con párrafos de este tenor: «Está bien establecido que, si un demandante tiene planes concretos para visitar el hábitat de un animal y verlo, ese demandante sufre un daño estético cuando una agencia ha aprobado un proyecto que amenaza al animal».

Para James Oooh! -lo siento, se me escapó-, las mujeres que se someten a un aborto incurren en un delito de «daño estético» contra la sociedad equiparable al que comete quien destroza un paisaje natural, o atenta contra los escarabajos.

«Daño estético» o, quizás en mejor traducción, «privación estética». Así, el daño a los médicos sería por causarles una «privación estética» al no dejarles contemplar el cuerpo de la mujer embarazada durante la gestación, más concretamente su interior, a través de las distintas tecnologías de imagen. Esto es, cosificación absoluta del cuerpo femenino que, para el juez, no deja de ser más que un paraje a contemplar.

Dirán ustedes que por qué estoy hablando de algo acontecido el año pasado, la razón es que precisamente en estos días ha llegado el caso de la mifepristona a la Corte Suprema de los EE.UU. Todo aparenta a que habrá sensatez en el fallo final y que los argumentos irracionales de quienes pretenden prohibir este medicamento caerán por su propio peso, pero ya saben ustedes que, en esto de los “fallos”, nunca se sabe.

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