¿Gobierno débil? Va a ser que no.
Una frase demasiado manida, un leitmotiv permanente utilizado por las fuerzas de derecha y ultraderecha de modo persistente es la presunta debilidad del actual gobierno de coalición encabezado por Pedro Sánchez. Ese gobierno al que gustan denominar como gobierno socialcomunista, aunque no me extrañaría que pronto sumen aquello del contubernio judeomasónico, tan querido por quienes no reniegan de los 40 años de dictadura.
El caso es que debiera entenderse como razonable que la calificación de la supuesta debilidad atribuida a un gobierno esté sustentada en hechos fehacientes que permitan evaluar la veracidad de tal afirmación. Esa cuestión es la que queremos dilucidar en estas líneas.
En estas últimas semanas, el llamado caso “Pegasus” ha sido el protagonista casi exclusivo de la vida política de nuestro país. Un asunto bien recibido por quienes creían que podría ser la puntilla para derribar a un gobierno en descomposición y así lo han pretendido. Sin embargo, ruido aparte, podemos analizar cuáles han sido las actuaciones del gobierno en esas mismas fechas para una justa ponderacíón.
Si hacemos balance de las votaciones parlamentarias, encontramos que en la última semana de abril se convalidaron en el Pleno del Congreso tres Reales Decretos Leyes que atienden a cuestiones de gran relevancia: el plan para hacer frente a la crisis provocada por la guerra de Ucrania, la de medidas de refuerzo de la ciberseguridad y el que atiende a la dignificación de los contratos de nuestros investigadores.
Además, también resultaban aprobados en el Congreso el Proyecto de Ley de Telecomunicaciones, el de Igualdad de Trato, el de Calidad en la Arquitectura y la ponencia de Libertad Sexual. Y, en la Cámara Alta, quedaba aprobada definitivamente la nueva regulación del Depósito Legal.
Si nos pasamos al primer pleno del mes de mayo, observaremos la misma tónica. Se aprobó el Real Decreto de sanciones contra los oligarcas rusos y tres Proyectos de Ley, el de Rehabilitación Edificatoria, el de Seguridad Nacional, el de Regulación de los Precursores de Explosivos y el referido a la Penalización de la Trata de Refugiadas de Ucrania.
En esta misma semana se aprobaban también en el pleno del Congreso el Proyecto de Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual, el Proyecto de Ley General de Comunicación Audiovisual y la Proposición de Ley Orgánica complementaria de la Ley integral para la igualdad de trato y la no discriminación.
Otro criterio con el cual afrontar la presunta debilidad de este gobierno sería aquél que atiende a su papel en el contexto internacional, en concreto, ante las instituciones europeas. Y aquí nos encontramos con la llamada “excepción ibérica” peleada en Europa por los presidentes de España y Portugal. Un gran triunfo de Pedro Sánchez reconocido internacionalmente, que permite topar el precio del gas y, por lo tanto, abaratar la factura de la luz.
Y, aunque quede más lejos, no podemos olvidar que fue Pedro Sánchez el primero que habló de la necesidad de un plan Marshall en la Unión Europea para poder afrontar la crisis sin que nadie quede atrás. El resultado, a pesar del vergonzoso papel de una oposición que solo ponía palos en las ruedas, son los 140.000 millones de la Unión Europea para la recuperación económica de nuestro país que se recibirán en el período 2021-2026.
Mientras derecha y ultraderecha denostan día tras día la marcha de nuestro país, el presidente del Foro de Davos le decía a Pedro Sánchez que cuál es la receta del éxito de la economía española. Una economía que saliendo de la pandemia se encontró con una guerra de Ucrania, sin duda un freno a la buena marcha de España que, pese a todo, será el país de mayor crecimiento de la economía de nuestro entorno y con un dinamismo del empleo, que permitirá cerrar este mes de mayo con una creación de unos 37.000 empleos, récord histórico de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, contando con 550.000 más que antes del inicio de la pandemia y 200.00 más que al final de 2021, unos magníficos datos.
Por cierto, con un empleo de mayor calidad y sueldos más dignos en base a la subida histórica del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y a la Reforma Laboral, que además está logrando un fuerte incremento de la contratación indefinida, especialmente entre los más jovenes.
Sería injusto no mencionar otros grandes logros conseguidos por este Gobierno, tales como la Ley de Eutanasia, la creación y puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital, la subida de las pensiones en función del IPC, que decir de la inversión para un mejor Sistema Sanitario o de la mayor partida de la historia para Becas y el mayor presupuesto destinado a Educación y a la Formación Profesional. Y sí, podríamos seguir con la enumeración.
No se entienda mal. Todo lo narrado no significa una acción fácil por parte del Gobierno. Todo lo contrario. Y no solo por la sucesión de acontecimientos negativos que nos ha tocado vivir. La fragmentación política del arco parlamentario, la pluralidad y diversidad presentes en las cámaras ha supuesto un reto continuo. La respuesta ha sido la búsqueda continua del pacto y del acuerdo, un ejercicio democrático del que por desgracia derecha y ultraderecha se han excluido las más de las veces por meros cálculos electorales, que no por el interés del país. Pactos y acuerdos que en ningún caso pueden entenderse como síntomas de debilidad, sino como fortaleza de un sistema democrático.
El panorama expuesto creo que bien nos habla de una acción del gobierno con un nivel de éxito más que razonable. ¿Gobierno débil? Va a ser que no.