De la Triple A al Aborto, pasando por Cibeles
El pasado domingo, en la convención municipal en la que el Partido Popular ha presentado los candidatos a las alcaldías de capitales de provincia, el alcalde de Madrid, el popular Almeida, señaló en su intervención que no hay mejor ticket electoral para las elecciones del 28 de mayo que el del Equipo A, Ayuso y Almeida.
A Núñez Feijóo le debió parecer afortunada esta comparación de Almeida y debió verse en la necesidad de superar a su subordinado político y pensar en un reclamo alternativo. Y dicho y hecho, en su intervención, el líder popular denominaba como la «Triple A» a la conjunción de Ayuso, Almeida y Absoluta (en referencia, esta última, a la mayoría absoluta).
La «Triple A», como es bien sabido por los que tenemos algunos años – y Feijóo entra en esta franja etaria-, era el apelativo de la «Alianza Apostólica Anticomunista», grupo terrorista parapolicial de extrema derecha, que tiene en su haber ocho asesinatos certificados entre los años 1977 y 1983, de ahí la triste, innoble y desafortunada referencia de Feijóo. Por no hablar también de la «Triple A» de López Rega en Argentina, cuyas acciones fueron catalogadas como delitos de lesa humanidad.
Cierto que podríamos ser comprensivos (o ilusos) y dejar en la categoría de anécdota esta referencia de Feijóo a la «Triple A», el problema está en que si abrimos el foco tal vez podamos ver elementos que bien pudieran explicar la burbuja en la que se encuentra inmerso el Partido Popular, una connivencia con la ultraderecha que sin duda contribuye a la utilización de un vocabulario que sin duda merece sobradamente el calificativo de repulsivo.
También el mismo día, asistíamos a la reedición de la foto de Colón de las derechas y ultraderecha de nuestro país, aunque en esta ocasión tuviera como marco la madrileña Plaza de Cibeles. Y allí estaba el Partido Popular representado por figuras de segunda línea ya que la orden transmitida por Feijóo era la de adoptar un «perfil bajo».
Núñez Feijóo indicó como excusa de su incomparecencia que se trataba de «dar protagonismo a la sociedad civil». El problema es que denominar como manifestación de la sociedad civil a un acto promovido por VOX no es más que una nueva ocasión de blanquear a la ultraderecha de nuestro país y así poder compartir su espacio político y alcanzar acuerdos de gobierno conjunto.
Y de ese compartir espacio político y poder viene el episodio más evidente de la conchabanza entre el Partido Popular y VOX. Nos referimos claro está al gobierno de Castilla y León y a su desgraciada iniciativa sobre el aborto. Sumar al protocolo médico sobre el aborto el obligar a los médicos de la Sanidad Pública a ofrecer a las mujeres la escucha del latido del feto y una radiografía 4D (eso sí, a través de la iniciativa privada) ha sido una iniciativa de VOX anunciada en rueda de prensa por el vicepresidente de la autonomía, Juan García-Gallardo, teniendo a su lado al consejero de Economía y Hacienda y portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo de quien no podemos decir otra cosa que asintió con su silencio. El resto de lo acontecido no dejan de ser dimes y diretes que buscan crear un clima de confusión con el que tapar y cerrar el «incidente».
Pero lo verdaderamente relevante del hecho es que para el Partido Popular todo vale con tal de alcanzar el poder, incluso el convertir los derechos de la mujer en triste moneda de cambio si de lo que se trata es de conseguir esa meta.
Es una lástima que Núñez Feijóo y el Partido Popular no tomen nota de las recientes palabras de Macron, el actual presidente de Francia, cuando en la XXVII Cumbre España-Francia manifestaba que «la extrema derecha quiere cambiar el estado de derecho y lo vemos en las experiencias de otros países europeos: la libertad de los periodistas o la independencia de los jueces se ve amenazada». Y añadía en referencia a los pactos de PP y VOX: «No soy de los que piensan que se puede transigir con la extrema derecha».