¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!.- (más) Curva a la Derecha
La pasada noche electoral, la del 23-J, sorprendiendo a un Feijóo al que poco le faltó para que se le desencajara su rostro, los «hooligans» del Partido Popular coreaban al unísono el grito de «¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!», festejando la aparición de la que entendían debía ser la nueva líder de una derecha frustrada por no haber sido capaz de alcanzar un resultado electoral que, en coalición con VOX, les permitiera alcanzar el Gobierno del Estado.
Un grito con un doble valor semántico, reproche a Feijóo, alabanza a Ayuso. Y un grito que da mucho que pensar acerca de lo que pasaba por la cabeza de aquellos que, siempre presuntamente, hayan impulsado la acción que derivó en esa «espontánea» exclamación colectiva.
Esperanza Aguirre, como acostumbra la otrora líder del PP madrileño, ha sido una de las dirigentes que de forma más clara expresó su malestar con la estrategia de campaña de Núñez Feijóo. Una campaña a la que tildó de equivocada por no defender la constitucionalidad de VOX y alejarse de sus votantes que, señaló, eran en su mayoría electores del Partido Popular.
El análisis de lo sucedido creo que permite extraer una conclusión obvia: una gran parte del Partido Popular entiende que hay que dar un giro a la derecha mucho más pronunciado para lograr atraer un número suficiente de votos para ganar holgadamente las elecciones. No les parece a este sector, con gran poder orgánico, que el discurso tan próximo a VOX, las propuestas tan similares a VOX o el continuo falsear los datos tan del gusto de VOX hubieran sido suficientes, por lo que entienden que hay que profundizar mucho más en esa misma línea. Solución: más curva a la derecha.
Este Partido Popular no parece haber aprendido nada de lo acontecido en estas elecciones, pero tampoco de su forma de entender la política en los últimos años. Años de crisis, en España y en el mundo, primero la pandemia y luego la guerra de Ucrania, sin contar con las catástrofes naturales (volcán, incendios,…). Una situación que debiera suponer para cualquier grupo político, máxime si presume de ser partido de gobierno, la obligación de echar una mano y ponerse a remar juntos para sortear mejor las dificultades de la singladura. No para el bien del gobierno, sino para el bien del país.
Pero lo cierto es que la postura del Partido Popular ha sido justamente la contraria, tratando de poner todas las trabas posibles para impedir la puesta en práctica de medidas que, afortunadamente, sí contaron con el apoyo de otras fuerzas de la cámara que, de ese modo, las hicieron posible. Insisto, y no para el bien del gobierno, sino para el bien del país.
No debiera extrañarse Núñez Feijóo de las consecuencias que trae consigo esa forma de hacer y de entender la política. Un Núñez Feijóo y un Partido Popular en la más absoluta soledad, incapaces de pactar o de llegar a acuerdos de relieve con ninguna otra fuerza política, salvo con VOX con quien, por desgracia para nuestra democracia, comparte ahora los discursos del odio, la mentira y la exclusión. Claro que acordar con VOX no supone para el PP mérito alguno ya que, como bien dice Esperanza Aguirre, son de los suyos.
El Partido Popular debiera tomarse un tiempo para reflexionar y retomar la línea de un partido homologable con las políticas de la centroderecha clásica europea, pero todo indica que pretenden seguir el camino contrario. La prueba es que desde las filas del Partido Popular, como se ha hecho evidente la noche del pasado domingo, no sean pocos los que entiendan que Isabel Díaz Ayuso pueda ser la solución a sus problemas de liderazgo y los conduzca a la victoria.
Una líder, Ayuso, que, y de ello no cabe ninguna duda, resulta la persona ideal para extremar ese giro a la derecha invadiendo el espacio de VOX. Basta con repasar -ejercicio que dejo al lector- las políticas impulsadas por la líder de la derecha madrileña para comprobar esta cuestión. Solamente recordaré que la comunidad madrileña presidida por Díaz Ayuso tiene el dudoso honor de tener el mayor índice de desigualdad de España. Bien sea que tomemos el índice de Gini, bien que usemos el índice de Palma, la comunidad dirigida por Ayuso encabeza con holgura ambas clasificaciones.