Inmigración, manipulación y distopía
Si nos situáramos en la Francia del año 2017, año de elecciones presidenciales, y prestasemos atención a la candidata de la ultraderecha, Marine Le Pen en sus discursos contra los inmigrantes, podríamos observar como toda la arquitectura de la argumentación de Le Pen se sustentaba deliberadamente en datos falseados que en ningún caso se correspondían con la realidad.
Podríamos indignarnos por la descarada manipulación realizada por Le Pen en su carrera por la búsqueda de votantes, pero eso no es lo más grave de la cuestión. Lo que de verdad debiera preocuparnos es el resultado de un estudio posterior realizado en Francia que vino a confirmar que presentar a esos auditorios las cifras reales, mostrarles los datos de forma rigurosa y en contraste con los falsos, no influía en sus opiniones. Dicho de otro modo:
La gente no permitió la intromisión de los datos reales en sus convicciones.
En nuestro país, los discursos elaborados por la ultraderecha de VOX sobre la situación de la inmigración y sus repercusiones laborales, sociales y económicas no le andan a la zaga. Y también percibo que, al igual que en Francia, un porcentaje no menor de la población está asumiendo ese discurso simple, fácil y falso sin concederle una sola oportunidad al contraste riguroso con los datos reales.
En España contamos con tres relevantes informes a los que resulta fácil acceder a través de la red:
- En primer lugar, el elaborado por Consejo Económico y Social (CES), «Informe sobre la inmigración en España. Efectos y oportunidades» [ver aquí].
- En segundo lugar, el del Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI), «La aportación de la inmigración a la sociedad española» [ver aquí].
- Y, en tercer lugar, el realizado por el Defensor del Pueblo en su informe anual del año 2019, «La contribución de la inmigración a la economía española» [ver aquí].
Los tres informes son coincidentes en las conclusiones y desmontan, punto a punto, las soflamas de los Abascal de turno.
Los inmigrantes, podemos leer en el informe del OPI, «con sus contribuciones vía trabajo, consumo o impuestos, reequilibran con mucho el posible coste para la economía nacional y actúan como apoyo para la sostenibilidad de nuestro sistema de bienestar».
En el del CES se concluye que «la inmigración no supone un lastre para el Estado del Bienestar español, sino más bien al contrario, lo que plantea la necesidad de que las Administraciones públicas realicen un esfuerzo para nutrir los debates políticos sobre la inmigración con información contrastada, y contribuir así a corregir los sesgos de percepción de la opinión».
Y en el del Defensor del Pueblo, muy preocupados por ese sesgo en la opinión pública, podemos leer que «los inmigrantes no acaparan las prestaciones de los servicios sociales, los datos más actualizados revelan que a lo largo del año la red pública de centros de servicios sociales atiende a casi cinco millones y medio de usuarios» y, de esa cantidad, la atención prestada a inmigrantes y refugiados «supone solo el 5,7 % de los usuarios».
Massimiliano Minocri, en un reciente artículo titulado «Un día sin inmigrantes» (ver aquí), nos hace reflexionar acerca de lo que acontecería en nuestro país si por un día desapareciera la inmigración. El caos laboral , social y económico que nos narra revela un paisaje distópico y desolador con una conclusión que no puede ser más evidente: «España sencillamente no funcionaría».