23-J.- ¿Con quién? vs ¿Para qué?

Si algo se desprende de las encuestas y de la propia percepción ciudadana es que el gobierno que resulte de la convocatoria electoral del 23 de junio será un gobierno de coalición. Esto es, será un ejecutivo obligado a pactar, a llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas para conseguir los votos necesarios que permitan alcanzar la deseada estabilidad necesaria para gobernar durante los próximos cuatro años.

Diario de Pontevedra, 16/07/2023

En democracia existe la tendencia a valorar negativamente los gobiernos de coalición por entender que no cuentan con la fortaleza necesaria para gestionar un país. Comúnmente los gobiernos de mayoría absoluta o con mayoría holgada han contado con la preferencia de la ciudadanía y de las fuerzas políticas mayoritarias como garantes de una mayor solidez y, por lo tanto, con mayores expectativas de éxito al no tener que depender de complejas negociaciones.

El politólogo neerlandés, Arend Lijphart, en su libro «Modelos de democracia», pone en solfa tal cuestión y concluye que los modelos de consenso, aquellos en los que la acción de gobernar depende de la capacidad de llegar a acuerdos con distintas fuerzas parlamentarias, lo que algunos autores llaman “democracia de negociación”, obligan a generar políticas que superen intereses partidistas, son más duraderas en el tiempo y representan mejor la diversidad de un país, incluidas sus minorías. Especialmente importante también en su análisis es la consideración de que los modelos de consenso generan más y mejores sistemas de protección social.

Viene esto a cuenta del largo debate que se está produciendo, ya desde el comienzo de la legislatura de Pedro Sánchez, acerca de los pactos de gobierno. Un debate en el que de forma sistemática solo se establece la cuestión de “con quién” se pacta y, apenas, la del “para qué” se pacta.

Así, a pesar de que la coalición de gobierno tan solo estaba constituida por el PSOE y Unidas Podemos, el argumento de derechas y ultraderechas intentaba reflejar, de forma machacona, que en dicha coalición, insisto, de gobierno estaban también integrados los partidos nacionalistas, de forma especial los grupos catalanes y Bildu, este último con la continua apelación de ser brazo político de una ETA a la que, de forma continua, recurren de forma ladina y siempre quieren (necesitan) tener presente.

Y, ocultando, derecha y ultraderecha, las veces que elos han coincidido en sus votaciones  en el Congreso y en el Senado con esas formaciones políticas que tanto denostan, cada votación conjunta del gobierno de coalición con dichas fuerzas la consideran un refuerzo de sus falaces argumentos. Eso sí, sin preocuparse de analizar lo que constituye la base de la “democracia de negociación” que no es otra cosa que la respuesta a la pregunta de “¿para qué?” se busca el acuerdo.

El por qué de dicha omisión por parte de derechas y ultraderechas parece bien claro. Responder a esta pregunta significaría reconocer que el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos recibió el apoyo de otras fuerzas para cuestiones tales como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, la indexación de las pensiones al IPC, el aumento de mil millones en Becas y Ayudas al estudio, la Reforma Laboral que ha permtido alcanzar las mayores cotas de empleo, los ERTES que propiciaron la protección a empresas y trabajadores, el Ingreso Mínimo Vital, el gran refuerzo de nuestro Sistema Sanitario Público, las leyes de Educación, de Formación Profesional y de Universidades, las leyes de apoyo a la mujer y contra la violencia de género, la Ley de Eutanasia, la Excepción Ibérica en la factura de la luz, el impuesto a las Grandes Energéticas y a la Banca,…

En fin, podríamos seguir enumerando medidas generadoras de una mayor protección social, que persiguen que nadie se quede atrás, que impulsan la reducción de las brechas sociales y así tender a mayores niveles de igualdad. Y todo ello, debemos recordarlo, con pandemia, volcanes y guerra de Ucrania.

El 23-J no son unas elecciones cualquiera, el abrazo del Partido Popular a las tesis de VOX refleja cuál es su respuesta a la pregunta de “para qué” se establecen acuerdos. Y lo cierto es que llegan a acuerdos únicamente para alcanzar el poder, aunque para ello haya que firmar y tragar con propuestas programáticas abyectas que debieran avergonzar a una derecha democrática y constitucionalista.

Roy Atkinson, economista británico experto en los campos de la desigualdad y de la pobreza, denominaba “políticas conscientes” a aquellas medidas tomadas en Europa al finalizar la 2ª Guerra Mundial y que, hasta la década de los 70, conformaron el Estado de Bienestar impulsado fundamentalmente por políticas socialdemócratas (sí, cuando en España estábamos en plena dictadura).

Pues bien, el 23-J tenemos una gran responsabilidad a la hora de depositar el voto en la urna. No solo para definir “a quién” votamos, sino para decidir “para qué” votamos. Seamos conscientes y votemos, utilizando las palabras de Atkinson, por “políticas conscientes”, aquellas que buscan seguir impulsando medidas que refuercen el Estado de Bienestar en nuestro país.

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