Trump y Leopoldo: Ucrania y el Congo Belga

Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, escribía recientemente un artículo en su blog acerca del acuerdo que pretendía y pretende firmar Donald Trump con Ucrania. En primer lugar, Krugman cuestiona la palabra “acuerdo”. Acordar, dice, es algo que se da al menos entre dos partes y de forma que ambas tienen algo que aportar, nada que se parezca a lo planeado por el presidente de EE.UU.

Como es sabido, Trump pretende que Ucrania le entregue la mitad de los ingresos derivados de la extracción de sus recursos minerales, las denominadas “tierras raras” tan esenciales en la fabricación de nuestros elementos tecnológicos de uso común. Una entrega que representaría para los EE.UU. ingresos por valor de 500 mil millones de dólares, según cálculos del propio Trump.
¿Qué percibiría Ucrania a cambio de esa concesión a perpetuidad? Simplemente nada. Ni ayudas, ni garantías. Ese era el documento que le prepararon a Zelensky y de quien esperaban y esperan una firma sumisa.
Esta situación la percibe Krugman como una vuelta “al imperialismo de antaño, en el que las naciones poderosas trataban de apoderarse de la riqueza de las naciones menos poderosas sólo porque podían hacerlo”.
Remarquemos el “solo porque podían hacerlo”. Y al gran economista estadounidense eso le sugiere una situación similar a la provocada por el rey Leopoldo II de Bélgica en el Congo Belga, su finca particular, allá entre los años 1885 y 1908.
El rey belga explotó durante ese período los recursos de marfil y caucho con qué contaba el territorio africano de forma brutal, con abusos sistemáticos y un número de muertos que se cifra en 10 millones de personas. Un genocidio en toda regla (imposible no pensar en Gaza).
Como ejemplo de la brutalidad ejercida en el Congo por el rey Leopoldo II, recordar que los miembros de la llamada “Force Publique” debían cortar y entregar las manos de sus víctimas por cada bala utilizada, no fuera a ser que utilizaran la munición que se les entregaba, que era muy cara, para cazar. Esto es, balas sí, pero solo para matar personas.
Fue precisamente su estancia en el Congo Belga la que inspiró a Joseph Conrad su novela “El corazón de las tinieblas”, que luego en la oscarizada película “Apocalypse Now” cambiaría el escenario por la guerra de Vietnam.
Trump vendría a ser para el economista estadounidense un nuevo Leopoldo, alguien que pretende hacer lo que le da la gana e imponer su caprichosa voluntad solo por el hecho de que puede hacerlo. Krugman no duda en señalar el alto precio que Trump, en su papel de nuevo emperador, hará pagar a su país por semejante depravación: “marcar a Estados Unidos irrevocablemente como una nación delincuente, con la que nadie querrá tratar y en la que nadie confiará para que cumpla sus promesas”.