La vileza de la desmemoria hist(é)rica

Sí, permítanme calificar de histérica esa llamada a la desmemoria que de forma recurrente se realiza desde ciertos sectores de nuestra sociedad (no hace falta nombrarlos) cada vez que se pretende cualquier actuación que tenga que ver con lo sucedido en nuestro país durante el gobierno franquista.
Define la Real Academia Española (RAE) el concepto de “histeria colectiva” como “aquel comportamiento irracional de un grupo o multitud producto de una excitación”. Es por ello que no dudo en la aplicación de tal atributo a esa defensa cetrina de la desmemoria, a esa defensa del silencio y del olvido de una época negra de nuestro reciente pasado histórico y que solo puede entenderse desde la sinrazón y desde la histeria. Lo de irracional está claro, lo de la excitación … seguro que ellos sabrán bien el porqué.

Porque irracional es pretender enterrar bajo el pesado telón del olvido lo acontecido en nuestra guerra civil y en los 40 años de la dictadura de Franco. Irracional es pretender soterrar cualquier tiempo pasado, eliminando de ese modo el papel que, en palabras de Cicerón, tiene la historia como “magistra vitae”, como maestra de la vida.
Se imaginan la sensación de cínica felicidad de todos aquellos que, pretendiendo perpetrar crímenes de lesa humanidad, genocidios u otro tipo de atrocidades, tuvieran la seguridad de que sus actos quedarían sempiternamente borrados de la memoria, que nunca atravesarían la frontera del recuerdo, que quedarían salvaguardados bajo la pesada losa del olvido perpetuo.
Emilio Lledó, en su obra “Los libros y la libertad”, nos habla de la necesidad y de la importancia de conocer las cicatrices: “La mirada de la memoria no abre heridas, sino que impide, al conocer al menos las cicatrices, el herir de nuevo”.


«La mirada de la memoria no abre heridas, sino que impide, al conocer al menos las cicatrices, el herir de nuevo»
Una mirada, la de Lledó, que engarza perfectamente con las palabras de Gonzalo Adrio que dan título a su libro: “Sin odio, sin rencor, pero con el recuerdo vivo”.
Recuerdo vivo, visión de las cicatrices, sin odio, sin rencor, para impedir el herir de nuevo. La historia, la memoria, como pedagogía vital para la construcción de un nuevo tiempo. La historia, la memoria, como acción inteligente para labrar con solidez un futuro que evite caer en los errores del pasado.
Vuelvo a Lledó para finalizar con esta cita: “Solo desde el presente que sabe de su propio pasado es posible pensar y construir el futuro”.