Por desgracia, no hablamos de cifras aleatorias ni tampoco de décimos de lotería. Son cifras que nos reflejan el lado más oscuro de un sistema que otorga privilegios con precisión de cirujano y condena la equidad sin el más mínimo pestañeo.
El 1% más rico del planeta ha visto crecer su riqueza promedio 2.655 veces más que la mitad más pobre. Y los países con mayor desigualdad tienen 7 veces más probabilidades de sufrir un colapso democrático. Y no, no es casualidad. Es causalidad, fría causalidad.

El 2.655 representa una obscena multiplicación de la riqueza. Así lo indica el «Informe Global sobre Desigualdad 2025». EL 1% más rico vio como sus arcas crecían hacia el infinito multiplicando su riqueza 2.655 veces más que el 50% más pobre de la población mundial. Y estaríamos ciegos si solo percibiéramos esta enorme brecha desde el punto de vista económico, porque esa cifra representa también la mayor concentración de poder económico y político que jamás se haya visto en el planeta.
Y esto, repetimos e insistimos, no sucede por casualidad, sino por causalidad. O si lo prefieren, como se indica en el Informe, “la desigualdad es una elección política” y, por lo tanto, “puede revertirse con voluntad política”. Permítanme corregirlo para que quede así: “puede Y DEBE revertirse con voluntad política”.
Y ahora demos entrada en el juego al 7, que lleva tiempo calentando en la banda. Porque ese número nos indica que, en aquellos países con mayor nivel de desigualdad, la probabilidad de sufrir un deterioro democrático es 7 veces mayor que si disfrutaran de un grado razonable de equidad.
Las razones son obvias y sus efectos ya los podemos sentir en nuestro país. Porque la desigualdad es el mejor caldo de cultivo para provocar una gran erosión a la democracia. La desigualdad mina la confianza en las instituciones y en la política, provoca desafección sobre lo público y estimula el ascenso de liderazgos autoritarios y populistas.
Díficil mantener y defender un sistema democrático sin una base de prosperidad compartida. A mayor desigualdad, mayor declive democrático.
El estudio anteriormente citado, coordinado por el Premio Nobel en Economía Joseph Stiglitz, propone la creación de un Panel Internacional sobre la Desigualdad para monitorear y proponer políticas globales de reducción de la desigualdad. Pero eso no basta, a nada se llegará sin una presión ciudadana, medios críticos y voluntad política para llevarlas a cabo.
2.655 y 7 no son números extraídos al azar de un bombo del sorteo navideño. Y, si así lo fueran, solo señalarían una lotería en la que los premios siempre recaen en las mismas manos. Es urgente cambiar las reglas de juego.